LA RESURRECCIÓN DE LA CARNE

ORACIÓN POR LA RESURRECCIÓN DE LA CARNE

Todo se
está continuamente consumiendo

y una
luz cegadora

ilumina
a La Humanidad,

pero
esta no lo sabe, se ha dotado

de un
marco pequeñito

con el
que preservar

nieblas
del transinfinito

mediante
la palabra libertad

mediante
el adjetivo sincerado.

Ese es
mi nervio: un arco reflejo

condicionado

a
treinta y tantas fuentes,

y mi
mérito es guardar el equilibrio,

mientras
aquella luz no me ilumina

sino
que me ciega en delirio

de la
matriz subdependiente.

Sé que
soy limitado en cuanto objeto.

Abomino
la gente

perniciosa
y desvarío

con los
locos muy provechosamente

y con
memos de toda clase me las he visto,

a ras
de suelo, digo,

donde
no hay escondrijo

y eres
lo que eres,

de nada
valen nombres

ni
credenciales.

La
gente es torpe

y oyes
los cascabeles del bufón,

si
pones el oído,

casi
continuadamente,

si
prestas atención.

¡Cómo
alucino!

Abomino
a la gente que equivale

a un jarrón,

o a
todas sus pertenencias

a esto
y a aquello y a lo de más allá

—¡vaya!,
se me ha escapado

el más
allá; de regreso—:

Suelen ser
gente ansiosa en grado diez,

estreñidos
mentales, faltos de flexibilidad

y de
principios,

que
siempre nos la da con queso

y así
seguimos,

sin
haber desvirgado a la ninfa

—ya
mayor de edad—

de la
seguridad en mismos

criterios
y mismas convicciones,

en
igualdad de condiciones

—¡cordialidad!—

podamos
por un rato ser niños mayores

de
inocencia impecable,

y no
suele convenir correr tan largo

 y extendido.

Es la resurrección
de la carne,

olvidarse
del mundo,

hacer
favores

y
reincidir en el buen trato

que se
da a los demás

como a
nosotros mismos.

Amén.

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by  beingbang

'Poemas Irredentos'

Imagen: Vassily Kandinsky