ESTO NO ES UN POEMA CONTRA LAS
NAVIDADES
No, no
es esta ocasión de detenerse
y no
fatigar los pasos,
y no
medirse en competición,
y no
abocar el alma a algún destino.
La
duda, hoy, me ha cubierto la frente,
ha
impregnado el teléfono de frases a medias:
así la
duda hoy, ¡qué hoy más largo!
Tengo
la mano floja y el discurrir escaso,
y he de
vérmelas con toda la vajilla.
Que
incluye:
Músculo
vitrocerámico.
Círculos
en desplazamiento.
Tela
blanquirroja.
Cubiertos
franceses.
Cerámica
de Limogès.
Y que
no incluye más,
alimento,
comida, capricho.
El
hambre acecha cuando echamos en falta
el
centro, la ausencia, lo faltante.
Pero
esto no es un poema contra las navidades,
este no
es un poema contra nada,
a
riesgo de decepcionar a los adeptos,
pero es
que hoy no estoy para pijadas.
Hoy he
dejado de fumar ya 5 veces,
me
huyen las cosas de bolsillo a bolsillo,
mis
amigos se cruzan y no se reconocen,
y
parece imposible esta clase de magia.
Importancia
cero, ¿yo qué voy a contarte?,
vivimos
en el mismo mundo y en el mismo día,
pongámonos
cuanto antes estupendos, graciosos,
vamos a
lo importante: la palabra y su uso.
Y yo no
sé hacer uso de ella sin tensarla,
sin
hacer un chiste, sin una travesura.
Hablo
de mi palabra y podría hablar de mi alma,
siempre
sujeta a retorcimiento;
en son
como de juego salen cosas muy serias;
y es un
ejercicio muy recomendable.
Detrás
de una metáfora fallida
está la
literalidad, lo obvio.
Por eso
los poetas están como están:
la
mitad literatos, la mitad locos.
Mas no
vaya a creerse que es lo mismo
decir
una cosa
que
decir
la mitad de una cosa
o
decir
el doble de esa cosa.
El
lenguaje está ahí para ser franco,
para
enternecer el pan
y
engrosar los capullos de la rosa,
para
declarar amistad y amor al sol,
para
dulcificar el día.
Halle
yo la manera de seguir la carrera
de esta
historia más pura y más cimera
de
transcurrir las cosas:
con un
fulgor tornasolado,
dispuestas
y valientes.
Aunque
la duda me cubre la frente,
que se
siga disponiendo todo
pensando
en lo mejor,
en lo
que deseamos.
Y si
por un momento un golpe
de mar
te azota,
podrás
gritar:
¡Por
fin, redimido!
¡Esta,
la redención!
Y tú
habrás de morir,
¡oh,
poema irredento!
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'Poemas Irredentos' [fin]
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