NO TU CADÁVER
No quiero tu cadáver deshojado y yacente
como el tronco del olmo,
parduzco, derribado.
Quiero beber de un trago tu palidez de leche,
sabiendo que la edad engaña a los sentidos,
que la fecha es la cifra de los abandonados.
Quiero beber de un sorbo ese cóctel lascivo
que atesora tu vida y tus bríos agita.
Eres una de esas chicas de nata
cuyas nalgas de luna
provocan diplopía.
No quiero tu cadáver ni bonito ni feo,
ni esculpido ni bígamo ni en préstamo,
porque lo que de ti me gusta es tu alegría,
la premura de tus zapatos diligentes,
y la satisfacción, ¡ay!, con la que respiras
con esos tus dos pechos como dos mazapanes.
Cómo no amar tu vientre vivo
de vivo negro, tu sexo palpitante,
ilimitado,
y sin embargo ahí,
al alcance de mi bendita mano
y de mi dulce cuerpo,
sea yo bienaventurado.
No quiero yo cadáver que albo te sustituya,
aun siendo pieza digna de la muerte,
pero ocho mil veces prefiero tu frescura viva,
tu modo de gemir, de gustar, cuando disfrutas,
tus palabras de amor
y tu sabor de azúcar.
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'Poemas de la China'