Imagen tomada de internet
EL ELEFANTE EN EL SALÓN DE CASA
Por un
paraje suburbial y esquivo
voy de
aquí para allá considerando
qué
estoy esquivando, qué elefante se ha acomodado
en el
salón de casa, guarnecido,
siendo
yo ciego a él y su patraña.
Voy y
vuelvo por sobre un mar de dudas,
peripatético,
repetitivo, torvo,
y temo
ser avaro con mi escucha,
incoherente,
pánfilo, membrillo,
y ser
el último en enterarse de las cosas
más
evidentes y palmarias.
Bien es
verdad que soy hombre callado
que a
menudo va solo por la calle,
que no
me manifiesto a la primera
ni revelan
gran cosa mis modos.
¿Seré
así de opaco también para mí?
¿Hasta
dónde llega mi miopía?
No
puedo sino confiar en mis sentidos,
y en el
propósito de ser mejor veo atenuante.
En
cualquier caso salgo yo ganando,
creciendo
ya sea a costa de unas lágrimas
que
pasan, como todo, suficientemente.
Y siempre
estará ahí el cielo, arriba, arriba,
encima
de las nubes temerarias.
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