AY, CÓMO QUIERO ACARICIARTE
Me asomo
a la luz del día
por el
valle de la almohada,
¡madre
mía, qué pereza,
tengo
el turno de mañana!
La luz
juega con tu pelo;
estás
ahí, acostada
entre
bambúes al vuelo
y
tendidas gasas blancas.
¡Cómo quiero
acariciarte,
darte un
despertar de lana,
subsumirte
en mí sin plazos,
darte
una sorpresa grata!
Mas no
se permite amar
hasta
el fin de la jornada.
Primero,
uno trabaja
y,
después, otro le paga.
Y a esa
relación aspiran,
como natural
y humana,
los
mercaderes; se aplican
a ella
sin cargo ni amenaza.
¡Ay, no
puedo despertarte
a costa
del que trabaja!
¡Ay, tu
pelo yo planchara
con mis
manos y mi espalda!
¡Ay,
fueran míos tus senos!
¡Ay, tu
vientre me hospedara!
Pero se
nos hace tarde,
y el
trabajo nos reclama.
Todo
queda en subjuntivo,
aplazado
en la ventana,
sostenido
por el aire
con que
se dice esperanza,
con que
se dice después,
con que
se nombran las parcas,
al fin
y al cabo, la muerte,
a quien
nadie vivo engaña.
Te dejo
submarina, mi morena,
donde
la fragilidad se experimenta
en
sueños inducidos por la hierba.
Te
dejo, niña, dormida y a salvo,
te
acaricio moroso los lejanos
capítulos
de tu cuerpo mundano.
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by tx1sk0
'Poemas Instantáneos'
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