Imagen: Edward Hopper
ANSIAD
Ansiadlo,
ansiad
el apartado y la cadencia,
lo que
sea que deseéis
deseadlo
a tumba abierta,
por
decuplicado.
(La
crónica es cosa mía, por descontado.)
Ansiad
algo,
ansiad
vestir menos clásico,
seguid
ansiando,
ansiad
un modelo de comportamiento
que
compagine con vuestro peinado,
ansiad
la atardecida de buena mañana,
y a la
tarde ansiad la noche
y, a
ésta, la madrugada.
Ansiad
la muerte en vida,
ansiad
otro lugar, otro momento,
otras
posesiones,
convertíos
en ansiedad pura
—luego
existo—,
ansiad la
ansiedad,
familiarizaos
con los fantasmas hambrientos,
hermanaos
con ellos.
Ansiad
una existencia quimérica, oblicua,
falta
de masa viva, descarnada, huera,
que
pues eso es ansiar sobre la nada:
nada
más que vivir de conjeturas
y de
apoyarse nada sobre nada.
Ansiad
ese amor, aquella perdición,
tal
humilde instinto, cuál escaramuza,
ansiad
un cuerpo: ¿qué es lo que se ha ansiado?
¿Lo que
nunca se ha de llegar a tener?
¿Qué
pregunta nos habíamos formulado?
Ansiad
la duda, la reputación, el interrogante
y la
inevitable respuesta a ese interrogante,
el
premio o el castigo,
la
imposible inmediatez del salario,
la
dictadura de un debe sobre vuestra libertad,
un día
soberana.
Ansiad
al pasado, o el futuro,
el
respeto, el vértigo o la gloria,
pero
ansiad con un poco de mesura:
poco,
y no
todo el rato.
Ansiad
intermitentemente, con descansos,
sin un
descorazonamiento posterior,
sin
venir a derrumbarse más adelante,
cuando
no quede qué más ansiar
en toda
la serranía y su comarca
(vista
panorámica),
cuando
en sueños ansiéis llevaros a la boca
un
pequeño bocado de alimento,
un vaso
de agua,
en un
vano intento de acaparar
el aire
respirado,
la
fuerza de los sentidos,
los
latidos de vuestros corazones
ojalá
menos ansiosos
que
cuando comenzara.
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by tx1sk0
'Poemas Instantáneos'
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