viernes, 23 de enero de 2015

ANSIAD





















Imagen: Edward Hopper



ANSIAD


Ansiadlo,
ansiad el apartado y la cadencia,
lo que sea que deseéis
deseadlo a tumba abierta,
por decuplicado.
(La crónica es cosa mía, por descontado.)

Ansiad algo,
ansiad vestir menos clásico,
seguid ansiando,
ansiad un modelo de comportamiento
que compagine con vuestro peinado,
ansiad la atardecida de buena mañana,
y a la tarde ansiad la noche
y, a ésta, la madrugada.

Ansiad la muerte en vida,
ansiad otro lugar, otro momento,
otras posesiones,
convertíos en ansiedad pura
—luego existo—,
ansiad la ansiedad,
familiarizaos con los fantasmas hambrientos,
hermanaos con ellos.

Ansiad una existencia quimérica, oblicua,
falta de masa viva, descarnada, huera,
que pues eso es ansiar sobre la nada:
nada más que vivir de conjeturas
y de apoyarse nada sobre nada.

Ansiad ese amor, aquella perdición,
tal humilde instinto, cuál escaramuza,
ansiad un cuerpo: ¿qué es lo que se ha ansiado?
¿Lo que nunca se ha de llegar a tener?
¿Qué pregunta nos habíamos formulado?

Ansiad la duda, la reputación, el interrogante
y la inevitable respuesta a ese interrogante,
el premio o el castigo,
la imposible inmediatez del salario,
la dictadura de un debe sobre vuestra libertad,
un día soberana.

Ansiad al pasado, o el futuro,
el respeto, el vértigo o la gloria,
pero ansiad con un poco de mesura:
poco,
y no todo el rato.
Ansiad intermitentemente, con descansos,
sin un descorazonamiento posterior,
sin venir a derrumbarse más adelante,
cuando no quede qué más ansiar
en toda la serranía y su comarca
(vista panorámica),
cuando en sueños ansiéis llevaros a la boca
un pequeño bocado de alimento,
un vaso de agua,
en un vano intento de acaparar
el aire respirado,
la fuerza de los sentidos,
los latidos de vuestros corazones
ojalá menos ansiosos
que cuando comenzara.


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'Poemas Instantáneos'

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