LA FAZ DE LA IGUANA
No hay
solsticio en el orden monótono
del
hilo del tiempo,
ágil
como un velo,
como un
tul oscuro.
Entre
saltos del momento
vuelca
el pobre arroyo
el
lamento de bocas
que no
conocen puerta,
emboscadas,
tupidas;
su aura
alumbra familiarmente
estados
de sombras apátridas.
El tan
ansiado renacimiento
del
clamor de sangre efervescente
no teme
la creación.
El
futuro hilvanado en flores
tienta
al reloj
ahondando
los túneles,
componiendo
su hábitat por venir.
Visiones
de otros mundos
cinceladas
en formas fúlgidas,
etéreas
funciones de la vida,
próximas
al azar de la iguana
y sus
tubulares melodías.
Desde
el valle de los despropósitos
corre
el viento aún muerto,
la
música del cielo
se
encarama al arbusto,
todo se
hace borroso,
fina
tela del sueño,
crepúsculo
en vísperas de adviento,
clamor
de tentáculos y susurros.
De la
arena brota
un
acorde de siluetas
que
calman la sed,
transportan
los cúmulos
por
entre torreones derruidos
en
ingenuas batallas.
De
corazón yo digo
que
olvido el desolado silencio,
que no
hay sinrazón
ni
acomodo para el febril pecho,
que la
realidad bien se merece
la
calma tempestuosa de los signos,
que no
hay mente
saludable
en un laberinto
hecho
de alambre y cera.
Descanse
el cuerpo florido
en paz,
príncipe de los vergeles.
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Todos los derechos reservados
by tx1sk0 & Gonzalo San Ildefonso Rioja
'Poemas Exquisitos'
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