domingo, 2 de noviembre de 2014

YO NO QUIERO LEER POETAS TRISTES

YO NO QUIERO LEER POETAS TRISTES

Yo no
quiero leer poetas tristes,
sea yo
paladín de la alegría,
ni quiero
diligencia ni premura
ni
poetisas de plástico triste,
macilento
y muerto.

No busco
mi amargura en mis lecturas
pero lo
admito antes que a la tristeza,
como
esta tarde triste
de
lluvioso aguacero
no la
quiero, pero, ¿qué hago?
¡Si no
sé si estoy solo o acompañado!
Satisfaz
tus deseos,
da una
alegría al cuerpo,
es
descontracturante.

Sígueme
tú la pista
que yo
estoy torpe
y ya un
poco mayor,
se me olvida
por dónde sigue estando
el
norte,
mi
norte
por
descontado.
Sígueme,
negra, blanca, yo ya no sé
si es
que tu mestizaje
me provoca
cuidado y me provoca
o yo
imagino y me salgo de madre
por tu
costado bueno.

Sígueme,
porque estoy perdido,
o no me
sigas, lo que tú quieras.
Yo no
quiero leer poemas tristes,
quiero
personas que leer en la trinchera,
enaltecedoramente
bellos,
poemas
que se toquen con las manos
y se
beban de un trago,
y no
quiero el amargo,
algo el
picante;
mejor
amoroso
que
masturbatorio
poema
indecoroso,
aún
mejor
un
poema espiritual
que
algunos cuentan haber visto
y otros
le niegan capital,
cuya
existencia se discute.

Yo
mismo estaré triste
trasudaré
tristeza
o mis
papeles se resentirán,
pero no
hay grandeza a la que renuncie
con
mayor agrado
que la
grandeza delirante;
quedarán
para mí las asperezas,
y no me
quejaré.

Me
contento con poco y bueno,
aun
vacilante,
pero no
triste de crujir los dientes,
no
triste de barrica.
Ya
vendrán buenos tiempos y nos harán mejores
conforme
a la antítesis
de un
renegado del Jarama,
silogismo
dado la vuelta
en
plena crisis.
Y entre
tanto aguanta,
no estés
triste ni mala ni aburrida.

Sígueme
tú los pasos
por la
garganta
camino
de lo alto,
la
pradera y el bosque,
¡ay!,
niña,
qe
parece que no sé lo que me hago
pero yo
voy al corte,
a tener
contigo relación,
vente
conmigo
a la
seguridad de aquel hayedo,
encuéntrame
en las hojas y por los troncos
y un
poquito también en el abdomen,
donde
el suspiro nace
y crece
sin contrato
de arrendamiento,
se
transforma en grito rítmico y grave
y un
orgasmo final todo lo limpia,
y va
siendo tiempo de estarse callado.

No. Poemas
tristes, no.
El cuerpo
quiere ligereza,
pide
aligeramiento,
el
espíritu no llega.

Para
eso, escribo yo,
que me tengo
cariño y afecto
y
cuento con buenas referencias,
y a mi
edad ya podría ser abuelo.


______________________________________


Todos los
derechos reservados salvo copyleft     
by beingbang
'Poemas Irredentos'





                                                   Imagen: Juan Romero

No hay comentarios:

Archivo del blog

Seguidores