martes, 11 de noviembre de 2014

UNO ENTRE TANTOS



























Imagen: René Margritte




UNO ENTRE TANTOS



Uno entre tantos, ¿por qué he de ser yo poeta?
Es, a veces, una maldición, cierto,
mas también un destino deseable
y podemos seguir entre uno y otro
que la amistad continúa.

Hace una tarde de autopsia inestrenada,
como si tuviera un tope a las cinco en punto de la tarde,
como tratada con trapo de secar,
y yo me debato entre el acabar
y el no tan deprisa.

¿Quién dijo que temía yo ser poeta
sino yo?
Un poeta con la cinta métrica
en un costado y un boli en la mano,
que siempre lleva manchadas de tinta azul
(ha manchado también las sábanas de la cama,
con esa manía de escribir tumbado).

Un poeta que vindica
la fusión entre letras y realidad
es devorado por la paradoja,
por la necesidad de modernidad
y su continua renovación en los oídos,
da lo mejor de sí,
cae, un día cae
y nadie se acordará de sus poemas
cuando le tiendan la mano pidiendo para comer,
una ayuda para comeer,
así la gloria de mundo destroza a sus arcángele,
los desasiste hasta la inanición y el abandono.
Un día tu talento se agota y al siguiente
eres ya crudo pasto del olvido
carne de amnesia en ti
carne de inclemencia
píldora literaria de una temporada,
si es que a eso llegas.

Yo pongo las prendas a secar
como es lógico, cuando ha descargado la tormenta.
Igual sucede con algunos empeños,
que tienen su momento o su tiempo,
que se valen de ínfimas consecuencias.
No hay por qué repasar los logaritmos,
esto es muy simple, y muy discipular:
las personas no se comportan racionalmente
hasta que vota, por lo visto,
luego vuelven a su irracionalidad
y a ser silenciados, traicionados,
pasadas las próximas navidades,
que ya se ofertan en los escaparates.
Comprar lo cura casi todo,
compra nuestra puesta en escena,
compra con dinero de plástico
y se la ve viendo más contenta
sin aquel murmullo asmático.

Yo creo que nadie piensa me voy a morir hoy,
aunque haya grandes pesimistas.
Nos reclaman otros atardeceres,
una continuidad deliberada y cómplice.
Cuando la gente olvida incluso eso
están en juego recuerdo y olvido,
recuerdo falso y verdadero,
y juego verdadero
y olvido falso.
Ve en paz a tu casa,
yo en paz a la mía.
En tregua amorosa está la partida.


Uno entre tantos soy, sí, uno entre tantos.


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'Poemas Irredentos'

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