domingo, 2 de noviembre de 2014

TRANFORMEMOS LAS ARMAS EN ARADOS

TRANSFORMEMOS LAS ARMAS EN
ARADOS

De la
música de tu voz
ardo en
deseos
de
escuchar los armónicos
cánticos:
démonos
en
clave pitagórica
—¡quién
no lleva en el pecho un deseo!—,
fabulemos
derecho
a la
incógnita transprincipal:
tu
magnetismo
ha
comenzado a magnetizar
el
campo mismo.

Te
estoy haciendo mía,
esa es
la sustancial
realidad,
y no me
digas
que no
obtiene tu frente tiernos besos
de
parte mía,
que no
me he descuidado
y ya no
tiene tu mano acceso
a mis
pulmones,
pero
por pudor
no
acabas de formar un alegato
y te
piensan cobarde.

La vida
es muy larga, tuya se enciende
la
chispa de la mujer imaginaria,
puesta
en modo dormir —soñar—,
y nadie
nos sirve un triste vino.
Eso se
da a entender en el camino
de
Guadalquivir a Guadalquivir,
y si no
te queda claro
consulta
a tu otorrino.

El día
se me termina
después
de mucho escribir.
Estoy
poseído, estoy poseso,
las
palabras me llegan conjugadas
y un
sabor a zinc
se
postula como dato relevante.
Grande
es la circunstancia
le
incluye a uno,
grande
lo incógnito.
Yo no
aspiro a llegar a conocerlo todo;
cuento
con una sola memoria
un
tanto averiada
(en
régimen de monopolio).

Recupero
recuerdos de veranos
infantiles,
después
que los fusiles
hubieran
callado ya,
muerto
el dictador.
Íbamos
a la piscina sin el flotador,
a la de
gran calado, olímpica.

Y el
mar ola tras ola se dispone
a
repetir. con variaciones, la ola misma,
en su
sucesión, en sus pormenores
y en
caso de inmaterialización más que evidente,
o no ha
ganado alguna vez sobre tui
la ola
situada,
el
amortiguado —por la arena— coscorrón,
 y el revolcón violento
allá en
la playa,
cerniendo
la arena,
nada
que ver con la atalaya
y la
trinchera
en la
que combatimos.

Una
pausa para pensar ideas.

Decía
—y son ya las 2 y media—
la
conveniencia de acostarme,
y sin
embargo lápiz
o
elipse o poemas
y papel
en mí
es igual a devanarse los sesos
y
escribir, con detenimiento,
sobre
qué más da, y sobre el qué, el por qué
de las
disimetrías, calibración
muy en
particular, el canto del viento
se demora,
o se ignora,
acaba
siendo
tiempo
ganado
en
cualquier situación
—tiempo
de escucharme a mí mismo—;
y canto
en voz alta sin afectación,
de esa
forma que tiene la respuesta no deliberada.
Solo tú
acabas
meditando como un álamo
                              como un puente,
                              como edificio
cuyos
cimientos están ya fraguados
y
humedades no hay.

Venid,
soldados del mundo entero,
¡volved
al mundo de los hombres!
¿Qué se
os perdió en la guerra
Transformemos
las armas en arados,
ego etiam dixit.
Digan
los curas miss.
De todo
mi repertorio dispongo,
interiorizo
el ritmo
y ya no
tengo prisa,
ya que
no hay sitio
de aquí
al Congo
donde
no quiera dejar
de
fumarme mis petas.

Hace
más frío.
Acabáramos
con aquella canción
(sonaba
como un río)
en cuya
escucha me engolfé
y quedo
renovado,
revocado
y
agradecido.
Cúmplase,
en fin, lo bien mandado,
por
ejemplo
la
flecha del tiempo:
te
hipnotizará,
sobrevendrá
el cataclismo,
y sueño
y realidad
se te
equivalen,
y en
esas se te escapa
como
arena entre los dedos.

Así
remato deliberadamente,
con esa
ambigüedad del referente,
y digo
adiós con mi boca,
necesito
salir y referirme,
he
trabajado duro,
me lo
merezco,
desde
la humildad
y el hermanamiento.


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by beingbang
'Poemas Irredentos'




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