viernes, 14 de noviembre de 2014

TARDE, LA REVELACIÓN
























Imagen: radiación ultravioleta del Sol





TARDE, LA REVELACIÓN



Tarde, tarde, tarde llega el impacto de la revelación;
de haber sabido la eficacia de un acto u omisión,
¿no hubiéramos actuado de otro modo?
Pero la revelación es sin preguntas,
es una salvedad que echa raíces
y produce frutos de muchas variedades,
cada uno a su debido tiempo y según cómo,
es efecto de efectos, y causa de causas.

Por lo tanto, la revelación ciega,
confunde, asusta y hasta descompone
a su sujeto, lo inservibiliza,
suele llevarle a retirarse en ásperos parajes,
y a hacerse adusto, y le inclina naturalmente a predicar
las leyes con un lenguaje propio,
los preceptos del nuevo conjunto de creencias,
a qué límites está sujeto el hombre.

La revelación se basa en la distancia
entre quien crees ser y quien de verdad eres.
Quizás no la tengas nunca,
ni la eches en falta, ni la desees.

Amigo de la verdad,
enemigo de todos los que la secuestran
en nombre de lo que sea.
Si me preguntan, diré que soy presbiteriano
o mejor, presbítero, y vegetariano.
No sé por qué doy consejos que desoigo,
me subo al pedestal y solemnizo lo obvio,
para decir docena digo doce,
ciento en lugar de cien,
poso desinhibido, locuaz y panfletario,
he caminado un diez por ciento más que el otro mes,
y qué hay de mi sueldo, según dice el contrato.

¡Ay, la revelación! ¡Camino no surcado!
¡Que si la has alcanzado, que si no!
¿Por qué escribir siempre a contracorriente?
¡Ya está bien de balbuceos, poeta incontinente!
Para ser honesto, revelo lo inviolable
y el espíritu a veces me deja abandonado,
y si escribo a contracorriente
es para buscar por mí mismo la fuente
de todo lo que me rodea y constituye,
donde creo son máximas las probabilidades
de revelación, según la recua de predicadores
que nos precedieron.

Revelación: desconsuelo.
¿Qué es lo peor que me puede pasar? Es el morirme
justamente ahora, cuando mi carga es preciosa.
Y hay mil formas de imaginar peligros,
mil prevenciones, mil desvíos.
Grande es el desconsuelo por compartir la llama
que se lleva dentro, por conseguir audiencia;
y la predicación en sí misma desconsuela
si contamos en personas reveladas,
aunque el mejor momento es el dictado
de la superdoctrina y el listado de faltas.

Si se abraza una religión, se abraza entera.
A mí me fue dada de cuerpo completo.
Más allá de la revelación, en puridad,
no existe nada.
Mejor dicho, se crea y se extingue y se recrea minuciosamente
el momento presente, ese que suspira,
porque ser transitorio o no es ser en precario,
es distinguir claramente futuro, presente y pasado,
cómo nos articulan y traspasan,
cómo nos van tallando el rostro
los sucesos, los lugares,

las luces y las sombras.



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'Poemas Irredentos'








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