AQUÍ TODO ESTÁ ARDIENDO
Como no
me haces caso,
visto y
no visto voy volando
hasta
la caravana de tus pechos
de
frente entrando
por no
ponerte en el aprieto
de
adquirir género de contrabando.
Voy
como al sesgo,
perdida
la cabeza en mis asuntos,
que son
serios y muchos,
parábola
de un testamento
hecho
para los justos.
No
tengo claro
que me
haga bien declararte mis amores,
no dé
yo en desamparo
de mis
gestores
para
poder decir: «Sigue ese faro.»
No se pueden seguir
todas las rutas
a la vez, ni partirse
como el pan hasta
hacerse migas;
el don de la
ubicuidad transmuta
un probar en las
cosas consumirse.
Como en hábil
dilema,
no envidia mi
soledad a mi garganta,
y mi falo te quema,
y se abre paso en tu
vagina a tientas
y si se sientes muy
muy sola canta.
¡Qué cacho polvo!
Ve en paz mi niña, ego te absolvo.
Búscame por las
torrenteras
montada en tu Volvo,
ya no quiero saber
de tus ronqueras
de matrimonio.
Poliorgásmica, según
veo,
el rubor se apodera
de tus pechos,
y los helechos
arropan nuestra
desnudez;
te la meto hasta el
fondo del deseo.
Y palmo a palmo
te gano un beso,
te canto un salmo
en el oído
y la procacidad
y el embeleso
bailan cuando
jodemos
al compás; gana un
palmo
mi luenga polla en
la oquedad
de tu coño receptivo
hasta el diafragma,
y estamos más
calientes que dos chivos.
Y llevamos ganas de
follar
hasta mañana,
cuando la superficie
meridiana
de tu piel y sus
pliegues
esté debidamente
cartografiada.
Me corro, te
transformas.
A mí me has dado
contento.
Tus firmes formas
en venérea coalición
buscan un
firmamento,
yo te doy un
fragmento
de mi estado sexual
y tú te me confieses.
(Estoy hecho un gran
bobalicón
al que la gente
acepta.)
Te estoy dando el
abrazo que pediste.
Un abrazo más triste
que otra cosa,
es un abrazo corto,
sin entrega,
un abrazo por el que
se puede caer
en clamorosa
desidia putativa,
como linfa o placer
que procura tocar tu
pelo
de tan buen parecer
como motiva.
Yacemos en el hueco
de la cama.
Los mares braman,
soplan los vientos.
Están que se
disputan, los elementos
y nosotros
durmiendo.
(Es un decir.)
Nosotros inmóviles
como un lama.
Y aquí todo está
ardiendo.
Siento los genitales
como centro,
visualizo un chakra
de color añil.
Hueles a sexo.
El primero que arde
soy yo,
laxo y muy
prescindible.
Dejemos que arda lo
palpable,
a ver qué resta
tenemos por probable
y tal otra por
insufrible
en términos finitos.
Despierto junto a
ti, sobre mi tórax
se exhibe tu
cabellera negra,
Díganme las doctoras
lo que se debe hacer
para dormir
—deme pastillas para
no soñar—,
qe yo prefiero
un buen polvo al
modo que yo quiero
con cinco
pastillitas de ibuprofeno.
Más se descansa y al
desayunar
improvisamos el
adiós,
nos damos los
teléfonos,
un beso de amor
—ese caprichoso
amo—,
y todo es de última
generación
en cocina y lavabos,
y el beso ha sido un
beso de mentira.
De tu perfume guardo
las esencias,
y tus palabras
fueron encendidas,
como un torreón
pasto de las llamas;
curaste mis heridas,
me diste pasatiempo.
¿Nos veremos?
Dependerá del
tiempo.
No me quedo en las
simples apariencias.
Me quiero centro,
Narciso no: un
poeta.
Cada cual tiene sus
carencias,
yo aquí las dejo
negro sobre blanco.
Las cosas son
menudas,
y tú estás en el
mismo saco.
Como persona
trátame.
No confundas mi
nombre
ni mis ojos
confundas,
ni cambies de
perfume.
Soy un individuo
desprogramado;
todo lo acabo
recordando
a su debido tiempo
(a menudo en el
último momento)
de manera imprecisa,
que mi cabeza se
aligera
y se ventila
de tantísima
información
como es precisa
a fuer de evacuación
y desprendimiento,
y que la antorcha
siga viva, viva.
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by
DÎØƧ
‘Poemas Humanos’
Imagen: Vassily Kandinsky
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